
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que abarca la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, sigue siendo uno de los grandes desafíos en la práctica gastroenterológica. Su abordaje no se limita a diagnosticarla: requiere seguimiento continuo, terapias personalizadas y, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas oportunas.
En recientes foros internacionales de gastroenterología se han destacado cinco lecciones fundamentales que marcan una diferencia en la atención de los pacientes:
1. Colonoscopia inicial exhaustiva
El estudio endoscópico de inicio no solo confirma el diagnóstico, sino que establece la base para el manejo futuro. Los informes detallados sobre extensión, severidad y localización de las lesiones permiten tomar decisiones terapéuticas más acertadas.
2. Monitoreo estrecho y progresivo
La evolución de la EII exige controles periódicos. Los parámetros clínicos, marcadores de inflamación y evaluaciones endoscópicas deben revisarse en distintos intervalos para garantizar que el tratamiento sea efectivo y prevenir complicaciones irreversibles.
3. Selección estratégica del tratamiento
La elección del fármaco debe individualizarse según las características del paciente. Actualmente, las terapias biológicas y las moléculas dirigidas ofrecen mejores resultados que esquemas tradicionales, siempre que se ajusten al perfil clínico de cada caso.
4. Conocimiento anatómico posquirúrgico
En pacientes con cirugías previas, la endoscopia demanda una técnica cuidadosa y una documentación rigurosa. Identificar correctamente reservorios y anastomosis evita diagnósticos incompletos y permite detectar a tiempo lesiones que pueden evolucionar a cáncer.
5. Cirugía como parte del tratamiento
La cirugía no debe verse como un fracaso, sino como una herramienta terapéutica en escenarios específicos. La intervención temprana puede mejorar la calidad de vida, prevenir complicaciones graves y disminuir la dependencia de medicamentos a largo plazo.
Opinión del especialista
El Dr. Iván Nieto Orellana, gastroenterólogo, hepatólogo y especialista en endoscopía avanzada, explica:
“En mi práctica clínica he visto cómo la precisión en el diagnóstico y la constancia en los controles cambian la historia natural de la enfermedad inflamatoria intestinal. Hoy disponemos de más herramientas que nunca para alcanzar la remisión y ofrecer una mejor calidad de vida. Sin embargo, la clave sigue siendo no retrasar los chequeos médicos, pues cada etapa perdida puede significar una oportunidad menos para controlar la enfermedad a tiempo”.
